Para el mejor amigo que nunca tuve.

Puede que con lo vago que eres te traiga a esa época de no tener ganas de estar en internet, y ni siquiera lo veas. Quién sabe, nunca supe realmente lo mucho o poco que entrabas por aquí, lo único que sabía es que entrabas más de lo que yo pensaba (y tú me decías).

Es lo malo que tiene esto de tener un blog y que lo sepa la gente que conoces de antes de tenerlo, que hay gente que lo lee sin decirte nada, en plan furtivo… como si con eso consiguieran saber más de ti.

El caso es que no te mereces que te vuelva a dirigir la palabra, pero quiero al menos soltar las palabras al viento, y si te llegan, que te las encuentres todas y cada una golpeando en tu cara (en esa tan grande y dura que tienes). No suelo arrepentirme nunca de nada, que no quiere decir esto que no cometa errores, pero no suelo arrepentirme… total, de qué sirve arrepentirse cuando ya no puedes dar marcha atrás ¿no?. Pero contigo es distinto, tú has sido mi mayor error hasta la fecha, y me arrepiento no sabes cuánto de haberte conocido. Porque cometer errores es humano, pero contigo no sabía que lo cometía… Iluso de mí pensando que había encontrado al <Amigo de verdad >, como dicen,  y siempre para encontrarme con la misma realidad, que no eres más que una máscara bazófica, antipática e hipócrita. Como una sanguijuela. Que te alimentas de la energía de los demás, que sólo piensas en ti, que eres incapaz de querer de verdad a nadie porque sólo te interesa lo que eres capaz de sacarle a cada persona, te da igual si se llama Carlos o Maria, mientras tengas tu dosis de alegría todo te da igual. Y si uno te falla no pasa nada, mientras tengas otro tonto que cubra el hueco, sólo te costará unas cuantas lágrimas de cocodrilo, que el papel de víctima depresiva lo haces muy bien. Aún así, de todo este gran error que has sido tú, también he sacado cosas buenas.

 Porque ahora sé que nunca te importé realmente, que no debí confiar en tí, que pensar que creías en mí fue también mi error. Que la gente de tu clase son las peores, que contigo no iré nunca a ningún sitio, y he aprendido gracias a ti a ver venir a la gente como tú. A la escoria que sólo sabe recibir sin dar, a la gentuza que no tiene reparos en aceptar críticas constructivas o consejos, aún sabiendo que nunca harían lo mismo por la persona que se lo da. Así que a pesar de todo, fijate oye, aún tengo cosas que agradecerte. Porque hubo un tiempo en el que pensaba “¿qué hubiera sido de nosotros si no nos hubiéramos dejado de ver?”, ahora ya no me lo pregunto. Porque después de la última vez que supe qué hablabas de mí,  tengo todas las respuestas que necesitaba.


Entiendo ahora tu pasión por no “mezclar” tus amistades, por evitar que se pueda cerrar el círculo. Es lo mejor para alguien que basa su día a día en la mentira y el engaño. Mintiendo a tus padres, a tus amigos, "Al amor de tu vida", en el trabajo, a ti mismo… claro es normal, llega un momento en el que ya no puedes distinguir la verdad o a quién le has dicho una mentira y a quién otra… entonces, claro, es mejor no mezclarlos. No sea que les dé por hablar del mismo tema y descubran alguna de tus farsas.

Bueno, sólo hay un motivo por el que realmente me gustaría que estuvieras leyendo esto… para que puedas leer una y otra vez hasta que te quede grabado en tu mente putrefacta que: no quiero volver a saber nunca nada de ti, ahórrate tu palabrería barata, tus falsas promesas, tus típicas frases rastreras, búscate a otro tonto al que engañar, búscate a otro que te alegre la vida cuando te ahogas en un vaso de agua, búscate a otro que te suba el ego cuando no te gustas ni por dentro ni por fuera.


Porque a mí ya no me engañas.

Comentarios